Aquello que me gusta hacer, me cuesta hacerlo. Y aquello que no me gusta lo estoy haciendo.
Aquello que quiero evitar, es lo que termino haciendo. Porque cuando lo reprimes terminas cayendo en eso.
Es como si las experiencias se te repiten, para tomar consciencia de ello y poderlas librar.
Es como vivir en el pasado, para controlar el futuro, pero hacer esto, es la mejor forma para que te pase lo mismo.
Aquello que no reconoces en ti, se convertirá en tu destino y todo aquello que reprimimos, que no hacemos consciente, se acaba manifestando en nuestra vida como destino.
Si esa represión llega a ser muy fuerte, se llegará a presentar como una somatización, una enfermedad o circunstancias adversas en tu vida.
Cuando algo se presenta una y otra vez, lo que llamamos un exceso, entonces estamos hablando de un programa que se encuentra reprimido y que intenta salir para ser expresado. Finalmente me ocurre en la vida, lo que no quiero que me ocurra.
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